Atención, memoria y aprendizaje

Todos hemos experimentado un montón de sentimientos desagradables como ansiedad, estrés, frustración, ira, aburrimiento o soledad.

 

De acuerdo a las investigaciones realizadas por la universidad Konrad Lorenz (2009), cuando las personas experimentan emociones fuertes y desagradables (ira, estrés, tristeza) entran en modo de supervivencia. El ser humano responde automáticamente de 3 maneras: en modo lucha, huida, o respuesta de congelación (fight, flight or freeze). Es decir, la respuesta primaria es fisiológica antes que de manera intelectual. Estas respuestas físicas afectan nuestro rendimiento, alterando directamente los procesos atencionales, de memoria y como consecuencia se dificulta adquirir nuevos conocimientos.

Estas respuestas fisiológicas eran de mucha ayuda hace miles de años, cuando no había civilizaciones y las amenazas que originaban estrés eran situaciones literalmente de vida o muerte y estas respuestas físicas están diseñadas para escapar o luchar. Sin embargo, en la actualidad, las situaciones que nos generan estrés y emociones desagradables, rara vez son de vida o muerte. Por lo general están relacionadas con asuntos económicos, laborales, familiares o de pareja y en estos casos, estas respuestas físicas (aceleración del corazón, sudoración, inquietud motora o tensión muscular) no nos ayudan a resolver los problemas, sino más bien entorpecen cognitivamente.

Por lo tanto, al verse afectados nuestros procesos atencionales, se afecta directamente nuestra memoria, ya que si no prestamos atención a algo difícilmente lo podremos memorizar. De esta misma manera, si no memorizamos algo, este no se convertirá en un aprendizaje significativo y duradero (Gable & Harmon – Jones, 2010).

Tal vez puedas relacionarte con esto. Al sentirnos muy estresados no entramos en el modo “Hoy quiero intentar algo nuevo”. De hecho, las áreas de nuestro cerebro responsables de asimilar la información literalmente se afectan cuando estamos experimentando estos altos niveles de estrés y se activan nuestras áreas más reptilianas.

Es importante destacar que los niveles moderados de estrés están bien. Este estrés asociado a intentar aprender algo nuevo, enfrentarnos a un nuevo reto o a jugar a un nuevo juego, es el estrés bueno. Nos motiva y no nos entorpece. 

Nos estamos enfocando en niveles de estrés muy altos. El que no nos aporta nada positivo, sino que nos entorpece. En ocasiones nos puede volver distraídos, aburridos y frustrados.

Muy diferente a otras emociones que son muy útiles para el trabajo y el aprendizaje. Por  ejemplo, cuando experimentamos inspiración y curiosidad, literalmente las áreas de nuestro cerebro responsables de prosperar y sobrevivir se iluminan. 

¿Cuál es el mensaje aquí? Hay tres. 

  1. 1. Tenemos que gestionar el estrés de forma eficaz.
  2. 2. Tenemos que crear entornos de trabajo y aprendizaje en los que tengamos una sensación de seguridad, de conexión y de pertenencia. 
  3. 3. Debemos crear tantas oportunidades como sea posible para nosotros mismos y para las personas a nuestro alrededor, para experimentar esa inspiración y curiosidad.