Creatividad

Las emociones son el combustible de nuestro proceso creativo, pero son nuestras habilidades emocionales las que determinan si creamos literalmente un producto o no. 

Todos conocemos personas que tienen todas las capacidades cognitivas para alcanzar sus sueños. Pero, ¿por qué no todos logran ese sueño? Una de las razones puede ser que no saben cómo lidiar con la decepción y frustración, una expectativa no cumplida, esa frustración por un proyecto que no sale bien, la ansiedad en torno a su desempeño, la incapacidad de lidiar con una retroalimentación difícil. 

Las personas que tienen habilidades para gestionar eficazmente sus sentimientos tienen más probabilidades de alcanzar sus sueños y objetivos.

Nuestras emociones influyen en todo lo que hacemos, incluso en nuestra capacidad de crear de manera consciente o inconsciente. Cuando tomamos nota de cómo nuestras emociones afectan a nuestra vida, podemos aprender a aprovecharlas mejor para alcanzar nuestros objetivos. 

A raíz de la pandemia mundial que hemos vivido, la mayoría de nosotros hemos experimentado una serie de emociones fuertes: desde la ansiedad y el miedo, hasta el optimismo y la gratitud inspirados por el apoyo mutuo de la gente. Recuerda que las emociones fuertes no son necesariamente buenas o malas ya que pueden ayudarnos a centrarnos en lo que es importante. Sin embargo, también pueden desviarnos de la consecución de nuestros objetivos. Lo más importante es la forma en que manejamos estas emociones, que afecta a nuestro bienestar, a nuestro rendimiento en todo lo que hacemos y a nuestras relaciones e interacciones. 

Una investigación realizada por Gable & Harmon – Jones, (2010) concluye que cuando las personas sienten emociones (agradables o desagradables) muy fuertes, su creatividad disminuye. En este caso, no sería enfocarnos en sí la emoción que sentimos es agradable o no, si no en la intensidad de esta. Por ejemplo, si una persona está muy triste porque ocurrió algo malo en su familia muy probablemente esta persona no podrá concentrarse en el trabajo y su motivación y creatividad se verá disminuida. En otro ejemplo, una persona que está muy feliz porque se va de viaje en unos días y conocerá un país nuevo. Muy probablemente esta persona tampoco podrá concentrarse en su trabajo y su motivación y creatividad está orientada mayoritariamente a la raíz de su felicidad. 

En pocas palabras, no se trata de qué emoción estamos sintiendo, sino de la intensidad en que la sentimos. Es importante resaltar que no se trata de dejar de sentir nuestras emociones, ni rechazarlas. Por supuesto que en algunas ocasiones vamos a estar muy tristes o rabiosos o muy felices. Se trata de ser conscientes de lo que estamos sintiendo. Cuando somos conscientes de nuestras propias emociones y reconocerlas, podemos ser más conscientes de cuando estas nos ayudan o cuando estas están interfiriendo en nuestra vida personal o laboral.